martes, 11 de junio de 2013

Los pozos de hielo de Can Gurri en Lliça de Vall


Un pozo de hielo, también llamados y conocidos como nevera, casa de nieve, pozo de nieve o pova, es aquella construcción realizada a base de agujeros en la tierra de las montañas o zonas donde nieva durante el invierno. Estos hoyos se realizan con el propósito de llenarlos de nieve y hielo después de las nevadas, para disponer durante el resto del año. Generalmente estos pozos son circulares. La parte superior se cerraba con una cubierta en forma de vuelta que tenía unos orificios para permitir la introducción y la extracción de la nieve o del hielo. (En la foto la poua de la Torrassa dels Moros)


Se ha de decir, que antes de la existencia de fábricas de hielo, el almacenaje y distribución de hielo llegó a ser un negocio importante que involucraba una parte significativa de la población rural. Se encuentran ejemplos a lo largo de todo el Mediterráneo oriental, sobresaliendo algunas zonas de Cataluña, de Valencia y las Islas Baleares.

La actividad de estas construcciones artificiales es conocida desde la época de los romanos, aunque su gran auge tuvo lugar durante los siglos XVI y XIX, y han sido utilizadas hasta mediados del siglo XX. Hay que decir que en la antigüedad clásica, los médicos de la época ya prescribían la utilización del frio con finalidades medicinales. Este uso fue ganando fuerza con el Renacimiento, y la primera obra monográfica europea sobre este tema fue el "Tractado de la nieve y del uso della" del médico valenciano Francisco Franco en 1569. Los usos terapéuticos más comunes del hielo son: rebajar la temperatura en los procesos febriles, como calmante de congestiones cerebrales y particularmente en la meningitis, detener hemorragias y como antiinflamatorio en los diferentes traumatismos, esguinces o fracturas.


Producción del hielo (imagen: pintura de "Els nevaters de la Massanella" de Jaume Nadal de 1750, recogiendo el hielo de la serralada de Tramuntana a Mallorca)

El trabajo en estos pozos de hielo comenzaban cuando llegaba la primavera, después de las últimas nevadas. Cortaban la nieve con palas y las llevaban a los pozos, donde la prensaban para convertirla en hielo. Posteriormente se cubría los bloques con tierra, hojas, paja o ramas formando capas con un grosos homogéneo.
Ya una vez llegado el verano, se cortaban los bloques de hielo y éstos eran transportados a lomos de animales de tiro, tales como caballos, durante la noche, para evitar que se fundiesen hasta los puertos marítimos o núcleos urbanos más cercanos, lugar donde serian comercializados.

Pous de glaç (pozos de hielo) de Can Gurri, Lliça de Vall (Barcelona)



El elemento principal de esta zona del Vallès Oriental (comarca de Barcelona en Cataluña) es la riera del Tenes, ya que se trata de un rio con más de 39 kilómetros de longitud y se trata de uno de los principales cursos de agua del Besós y sus aledaños. El Tenes transcurre por paisajes muy diferenciados, ya que en el norte sobresale lo abrupto y forestal, en el tramo central encontramos las zonas planas agrícolas, y en el tramo más bajo se trata de un entorno fuertemente urbanizado e industrializado (éste es el caso del municipio de Lliça de Vall). Estas aguas del Tenes han sido históricamente aprovechadas para el uso de la agricultura, para poder llevar y utilizar molinos y también para la producción de hielo.

Esto nos lleva al término municipal de Lliça de Vall, en el cual se documentan históricamente tres pozos de hielo, el pozo de Can Coll y los dos pozos de Can Gurri. Estos pozos se encuentran situados entre el rio Tenes y el antiguo camino de Lliça a Parets del Vallès. Muy cerca se localiza la casa/masia pairal de Can Gurri,

Los pozos de Can Gurri se documentan ya en funcionamiento el año 1765. Diez años después se amplió el conjunto con la construcción de dos balsas más, señal que la producción era muy importante. Los trabajadores, procedentes de diferentes pueblos del Vallès, se quedaban en la masia de Can Gurri.

A finales del siglo XX, los pozos de hielo comenzaron a entrar en decadencia por la competencia de las fábricas industriales, hasta que llegó el momento del cierre, y este también fue el caso de estos pozos de Lliça y por tanto el final de su vida activa.






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